Los piquillos son unos pimientos pequeños, de 2 a 4 pulgadas de largo, con forma triangular y de un color rojo bien “vivo” y brillante. Crudos no son tan apetitosos, por eso en Navarra desarrollaron una forma de prepararlos en conserva, cuyo resultado es tan memorable que su producción está protegida incluso con su propia Denominación de Origen.
El sabor del pimiento de Piquillo se consigue artesanalmente, es un proceso delicado y natural, que convierte a los pimientos en un dulce y memorable bocado al que pocos pueden resistirse. Se recolectan manualmente, se lavan con agua, se asan con fuego directo en horno de leña y finalmente se descorazonan, se pelan, se eliminan sus semillas y se conservan inmediatamente. El secreto es que es el único que se pela de manera manual, sin usar agua, ni soluciones químicas, por lo que conserva intacto su aroma y sabor.
Maridaje: Su nombre suena gracioso, pero al probarlo se te hará la agua la boca. No hay que ser español para valorar esta sabrosura de pimiento, sea en una ensalada, salteado, salsa, guiso, gazpacho, vinagreta, sopa, mousse, sobre pan en un tradicional “pintxo” de tortilla o anchoas, o en una de las formas más típicas de prepararlo: relleno de atún, cangrejo, bacalao o de carne molida y plátano maduro frito.
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